Homilía de Mons. Javier Martínez en la Misa Crismal en la Catedral, celebrada el Jueves Santo, en la que los presbíteros diocesanos renovaron sus promesas sacerdotales y se bendijeron los Santos Óleos y se consagró el Santo Crismal.
Fecha: 29/03/2018
Queridísima Iglesia del Señor,
Esposa amada de Jesucristo, Pueblo santo de Dios;
muy queridos sacerdotes concelebrantes;
queridos hermanos y amigos todos:
Si cada Eucaristía es la fiesta de
la Iglesia, de alguna manera las celebraciones del Jueves Santo lo son de una
manera especial. Es la fiesta de la Iglesia y es la fiesta, en esta Eucaristía
de la Misa Crismal, de una manera particular, donde toda la Iglesia da gracias
a Dios por el don del sacerdocio; del sacerdocio de Cristo, cumplido en la cruz
y que permanece en la historia a través nuestro.
(…)
Poder decir ese “Tomad comed, este
es mi Cuerpo; tomad, bebed…” con verdad, con la verdad que somos capaces nosotros
pobres criaturas humanas, con la sencillez y la sinceridad de la que somos
capaces nosotros pobres criaturas humanas, ese es el horizonte de una vocación
preciosa que nunca seremos capaces de agradecer a Dios lo suficiente, de
comprender lo suficiente y de vivir en plenitud para bien vuestro, para bien de
la Iglesia, y del mundo, que ha sido creado para constituir un día un solo
rebaño bajo un solo pastor. Bajo un solo Pastor, que entrega su Vida por la
vida de sus ovejas; que entrega su vida sin límites, para que nosotros podamos vivir
contentos. “Yo he venido para que mi alegría –dice Jesús- esté en vosotros y
para que vuestra alegría llegue a plenitud”. (…)
Continúa la homilía pinchando en
este enlace.
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
29 de marzo de 2018
S.I Catedral, Misa Crismal, Jueves
Santo