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El Evangelio de San Juan: V. Una intención polémica

Santísima Trinidad

Fecha: 06/06/1971. Publicado en: Semanario Diocesano Luz y Vida 639, 6-7



    Hacia el final de su evangelio escribe San Juan: “Jesús realizó en presencia de sus discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas lo han sido para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.”. En esta frese, San Juan deja entrever la intención principal que le ha movido a escribir su evangelio, el mostrar mediante alguna de las señales que Jesús hizo cómo es el Mesías -es decir, el Cristo- y el Hijo de Dios. El evangelista se dirige, pues, fundamentalmente a cristianos, y piensa ofrecer en su libro una base sólida para la fe. Por eso su libro es un evangelio. Pero no es improbable que un cierto carácter polémico vaya unido a esta intención, hecha a menudo por los estudiosos. Pero ¿nos es posible precisar quiénes serían esos adversarios a los que apunta el evangelista? Si la frase que acabamos de citar es demasiado escueta como para eso, dentro del mismo evangelio hay algunos índices que nos permiten orientarnos en un determinado sentido.
   
    Está, en primer lugar, la insistencia con que San Juan subraya la superioridad de la Nueva Alianza sobre la Antigua. Ya en el prólogo, dice: “Porque la Ley fue dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad, en cambio, nos han llegado por medio de Jesucristo.” Por otra parte, hay que notar el lugar tan destacado que el evangelio concede a las apasionadas disputas  de Jesús con los judíos, y el sentido francamente peyorativo que esta palabra -judío- tiene a lo largo de todo el cuarto evangelio, donde es casi sinónimo de incrédulo. Todos estos rasgos nos orientan hacia una polémica con los judíos que, evidentemente, no admitían a Jesús como Mesías ni como Hijo de Dios. Pero tal vez se pueda precisar más.

    En efecto, parece también bastante claro que el evangelista ataca lo que podría llamarse una veneración excesiva de San Juan Bautista. La presentación que hace de él insiste sobre todo en su “testimonio” o reconocimiento de que él no era el Mesías. El propio evangelista, por su parte, se encarga de subrayarlo en el Prólogo: “Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan; no era él la luz.” De hecho, el peligro de una tal veneración excesiva no era ni mucho menos quimérico durante los primeros tiempos. Juan debió de poseer muchos más discípulos de los que imaginamos, y los Hechos de los Apóstoles (cap. 19, 1- 8) muestran cómo, hacia el año 54, había discípulos de Juan el Bautista en la ciudad de Efeso. (Asia Menor).

    Por otra parte, según San Ireneo (siglo II) y San Jerónimo (siglo IV), San Juan habría escrito su evangelio para combatir a Cerinto, hereje judeocristiano que vivió en Asia Menor a finales del siglo I. Cerinto afirmaba que Jesús era un puro hombre, que se había distinguido sobre todos por su prudencia y sabiduría. En él había morado Cristo durante su vida pública, a partir del bautismo, y  le habría abandonado antes de su muerte, de forma que quien sufrió la pasión fue sólo el hombre Jesús. Esta explicación no se opone a las anteriores, sino que las complementa: Incluso hay ciertos pasajes de la primera carta de San Juan, insistiendo en la verdad de la encarnación y en la divinidad de Jesús, que hacen esta explicación aún más plausible. San Juan habría escrito, según esto, su evangelio para mostrar que Jesús es el Hijo de Dios, encarnado verdaderamente y que había dado suficientes señales de ello. ¿No es esto lo que decía el propio San Juan al explicarnos lo que le había movido a escribir su evangelio?


F. Javier Martínez

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