Homilía en la Misa del Lunes Santo, el 29 de marzo de 2021.
Fecha: 29/03/2021
Estamos a las puertas de la celebración de la Pascua y este precioso Evangelio nos pone ante los ojos a Jesús en Betania, donde Él solía pasar la noche (bajar de Betania a Jerusalén al templo -son cinco o seis kilómetros, nada más- y en casa de estos amigos). Todos somos amigos del Señor, pero estos tuvieron la preferencia de poder hospedar al Señor en su casa tantas veces. Marta servía, como de costumbre, y María hace un gesto casi de adoración al Señor. Aunque era un gesto que se hacía con frecuencia, sencillamente para mostrar reverencia y honor a un huésped importante. Lo hacían los esclavos. En una casa donde había esclavos y venía alguien, se les lavaba los pies. María unge los pies del Señor de nuevo, como había hecho la pecadora en el comienzo del Evangelio de San Lucas, un sábado, después de que Jesús predicase en la sinagoga, y lo seca con su cabellera.
Un Padre de la Iglesia que comenta el pasaje de la pecadora, une todas las unciones del Evangelio, y une a todas las Marías del Evangelio -María la Virgen, María de Magdala, María la hermana de Lázaro…- y ve en ese nombre representada la figura de la Iglesia. La figura de la Iglesia que es elegida, santa e inmaculada en María. Alguien de quien el Señor ha echado siete demonios como María de Magdala y María la hermana de Lázaro, sobre todo en esta unción, que recuerda la de la pecadora en San Lucas. Y es posible que fuera la misma mujer, a lo mejor con motivo de aquello, se hizo amigo Jesús de Lázaro y de sus hermanas. En todo caso, es precioso esa representación, esa mirada a la Iglesia. Y hoy nosotros podemos, preparándonos para la celebración de la Pascua, acoger en nuestro corazón la figura de María y desear ser María que unge a Jesús, que expresa su amor a Jesús, independientemente.
Y en eso me parece que también es preciosa la identificación que hace de todas las Marías este Padre y Doctor de la Iglesia antigua, diciendo que, independientemente de cuál sea nuestra historia, a lo mejor, has echado de nosotros siete demonios. Desde luego, si no los has echado, es porque nos has prevenido y librado de ellos. De no ser por Tu Gracia, a lo mejor seríamos enemigos tuyos. Sin embargo, aquí está el fruto de tu elección y nosotros quisiéramos mostrarte un amor, en estos días de tu Pasión, un amor semejante al de María. Ungir tus pies, besar tus pies, acompañarte, aliviarte físicamente y seguramente podemos hacerlo, de una manera o de otra, porque necesidades, dolores, angustias, ansiedades…
La Pasión de Cristo sigue viva alrededor nuestro. No es algo que sucedió hace dos mil años y nosotros, como quien se mete en una película, nos ponemos a curar al Jesús de hace dos mil años.
Que nos dé el Señor la gracia de desear amarLe, servirLe, aliviarLe, acompañarLe en el Hijo de Dios vivo, que vive en los hombres que sufren y que penan. Y en cada uno de esos dolores está presente el Señor, porque no hay…, después de la Encarnación, con esa frase que repetía Juan Pablo II (“por la Encarnación, Dios se ha unido, de alguna manera a todo ser humano”). En todo ser humano hay una Presencia misteriosa y a veces muy oscura, y a veces muy explícita, de Jesucristo. Entonces, poder aliviar y acompañar, y cuidar de Jesucristo vivo en nosotros.
Sólo quiero subrayar que, donde está Jesús, pasan cosas buenas. Estaba en las bodas de Caná y sobró el vino. Faltaba el vino y sobró el vino. Estaba en la explanada aquella, donde no tenían más que cinco panes y dos peces, y sobraron doce cestas. Y María unge hoy a Jesús y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Está el Señor y hay un desbordar de bien, un desbordar de amor, un desbordar de alegría, un desbordar de vida, porque es el Dios vivo quien actúa y está presente, y está en la carne de Jesús.
Que el Señor nos conceda vivir estos días con este espíritu de desear estar lo más cerca posible del Señor y de Su amor, que será también estar lo más cerca posible de la fuente de nuestra vida y de nuestra alegría.
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
29 de marzo de 2021
Iglesia parroquial Sagrario-Catedral