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Carta a la Diócesis. Catedral de Córdoba

Pentecostés 1998

Fecha: 31/05/1998. Publicado en: Boletín Oficial de la Diócesis de Córdoba, I-VI de 1998. Pág. 319



31 de mayo de 1998


Queridos capitulares, sacerdotes, y fieles cristianos laicos:

Por medio de esta carta quiero unirme cordialmente a vosotros en la celebración de la Solemnidad de Pentecostés, día en que la Iglesia una, extendida por todo el mundo, celebra el don del Espíritu Santo a los Apóstoles, y a través de ese don, en cierto modo, su propio nacimiento, y su primera manifestación al mundo.

Como sabéis, yo estaré, casi al mismo tiempo que vosotros, celebrando la Eucaristía de Pentecostés en Roma con el Santo Padre. El Papa, en este año del Espíritu Santo, en el marco de la preparación al Gran Jubileo del años dos mil, ha querido dar un relieve especialmente universal a esta fiesta, convocando en torno a sí a los movimientos eclesiales y a un cierto número de Obispos de todo el mundo, como un signo visible de que el Espíritu del Señor sigue obrando maravillas en nuestro mundo de hoy, para la vida de los hombres.

Estad seguros de que en esa Eucaristía junto al Vicario de Cristo, garantía para toda la Iglesia de la comunión en la verdad, yo presentaré al Señor a mi querida Iglesia de Córdoba, sus gozos y sus angustias, sus sufrimientos y sus esperanzas. Y rogaré insistentemente para que el Espíritu del Señor, que con tantos dones y carismas ha enriquecido al pueblo cristiano de Córdoba a lo largo de los siglos, se derrame hoy sobreabundantemente sobre nosotros, vivifique en nosotros lo que está muerto por el pecado, fortalezca nuestra comunión, y nos estimule a un testimonio claro y valiente de Jesucristo.

El Espíritu del Señor Jesús, vencedor del pecado y de la muerte, se une a nuestra debilidad para hacernos miembros vivos de su cuerpo, hijos del Padre y herederos de su gloria. Cada cristiano, por su condición de hijo de Dios, es “luz del mundo” y “sal de la tierra”, es portador y testigo de Cristo, y lleva en sí la vida y la esperanza que el mundo necesita. ¡Quiera el Señor que su Espíritu de Santidad nos haga cada vez más conscientes del tesoro de que somos portadores, y de la responsabilidad para con el hombre que ese don significa!

En este marco de la fiesta de Pentecostés, la Iglesia en España celebra en día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica. Todavía nos queda mucho camino por andar para que cada bautizado se sepa miembro vivo del Cuerpo de Cristo, y testigo de la esperanza y del amor a todos que Cristo pone en nuestros corazones. Testigos del bien que Cristo es para la vida del hombre, en el matrimonio y la familia, en el mundo del trabajo y de la escuela, en todos los campos de la vida social.

Los diversos movimientos que el Señor suscita en la Iglesia -la Acción Católica y otros muchos-, nos ayudan a andar ese camino. Por todos ellos doy gracias a Dios. Y por todos pido, para que, a través de la comunión eclesial y del testimonio vivo de sus miembros, Jesucristo sea cada vez más percibido por nuestros hermanos los hombres como el bien más indispensable para la vida.

Os bendigo a todos de corazón.

† Javier Martínez
Obispo de Córdoba

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