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Prioridad Pastoral para 2002

Trabajar por crecer en la comunión como modo de vida de la Iglesia y signo de la verdad de la fe para el mundo

Fecha: 01/03/2002. Publicado en: Boletín Oficial de la Diócesis de Córdoba, IV-VI de 2002. Pág. 303

Sentir al otro como “uno que me pertenece”.
(Propuesta de una acción diocesana para el año 2002)

Favorecer y fomentar el reconocimiento mutuo, el afecto y la colaboración en la misión, dentro del respeto mutuo, de las distintas vocaciones, estados de vida y carismas en la Iglesia (sacerdocio ministerial, vida consagra, vocación de los fieles cristianos laicos.


A) INTRODUCCIÓN

Después de la gozosa celebración del Jubileo, que ha renovado la fe de muchos cristianos en Jesucristo, Redentor del hombre, el Santo Padre ha invitado a todos los miembros de la Iglesia a mirar hacia adelante con esperanza, y a emprender una eficaz programación pastoral en este inicio del tercer milenio, en su preciosa Carta Apostólica Novo millenio ineunte, “Al inicio de un nuevo milenio”, nº 15 (citada en adelante con las siglas NMI).

Respondiendo a esta llamada del Santo Padre, al final de la Misa Crismal de este año he podido ofrecer a la Diócesis de Córdoba las Orientaciones Pastorales para los próximos años, que llevan por título: Un nuevo impulso misionero. Estas Orientaciones son fruto del camino común que he ido recorriendo a lo largo de este año con los diversos ámbitos de la comunidad diocesana (presbiterio, vida consagrada y fieles cristianos laicos). Todos habéis puesto con generosidad al servicio del ministerio pastoral de vuestro Obispo vuestra experiencia y vuestra reflexión, vuestras preocupaciones y vuestras esperanzas.

En el mismo acto de entrega de la Carta con las Orientaciones Pastorales anuncié la prioridad para el año 2002: la comunión eclesial, como condición previa de que nuestras otras acciones y tareas sean cada vez más fecundas. También el Papa señalaba en su carta que “es necesario poner un decidido empeño programático” en la comunión (NMI, 42), porque es la expresión de una caridad verdadera, y porque es la condición necesaria para la evangelización, que es la tarea de la Iglesia. Todos tenemos necesidad de ser reconocidos, de ser queridos tal como somos, y de ser ayudados a hacer el camino al que Dios ha querido confiar nuestra vida. Así se expresaba el Santo Padre:

“Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo”
(NMI, 42).


B) ¿QUÉ SIGNIFICA HACER DE LA IGLESIA “LA CASA Y LA ESCUELA DE LA COMUNIÓN”?.

El mismo Santo Padre lo explica en su Carta Apostólica:

También aquí la reflexión podría hacerse enseguida operativa, pero sería equivocado dejarse llevar por este primer impulso. Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades. Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Espiritualidad de la comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como «uno que me pertenece», para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un «don para mí», además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. En fin, espiritualidad de la comunión es saber «dar espacio» al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento (NMI, 43).


C) LA COMUNIÓN ECLESIAL, “PRINCIPIO EDUCATIVO” EN LOS LUGARES DONDE SE FORMA EL HOMBRE Y EL CRISTIANO.

El trabajo sobre la comunión eclesial, que ha sido visto por todos en nuestra reflexión como una urgencia grande para la vida y la misión de la Iglesia, se propone así en las Orientaciones Pastorales (Un nuevo impulso misionero, pp. 35-36):

Definir la comunión eclesial como una de las condiciones para la Nueva Evangelización “significa reconocer y afirmar la sacramentalidad de la Iglesia como lugar donde nos encontramos con Cristo, y como método para que se cumplan en las personas las promesas de Cristo (vivir en la verdad, en la alegría, en la caridad, posibilidad de una certeza en la esperanza de la vida eterna)”.

1º. Favorecer y fomentar el reconocimiento mutuo, el afecto, y la colaboración en la misión, dentro del respeto mutuo, de las distintas vocaciones, estados de vida y carismas en la Iglesia (sacerdocio ministerial, vida consagrada, vocación de los fieles cristianos laicos).

2º. En el ámbito del presbiterio diocesano, cultivar el espíritu de comunión verdadera entre los sacerdotes, con la colaboración de la Delegación Diocesana del Clero:
- Aprovechando las reuniones de arciprestazgo, lo mismo que otras ocasiones de encuentros formales e informales, para crecer en la comunión.
- Tratando de que en nuestra relación no queden aspectos fundamentales de la vida fuera, y haya por parte de todos, compañeros, arciprestes, vicarios, y obispo, cada cual según su responsabilidad, una atención a la persona del sacerdote y a su bien integral.
- Participando todos más en las convocatorias diocesanas, en primer lugar personalmente si es posible, y alentando la participación de los fieles si corresponde.
 
3º. Promover de forma especial la comunión y, donde sea posible, y dentro del respeto profundo a la vocación de cada uno, también la colaboración con la vida consagrada y con sus obras en la única misión de la Iglesia.

4º. Cuidar que el conjunto de la actividad pastoral en las parroquias y en todas las demás comunidades e instituciones de Iglesia se manifieste más claramente la sacramentalidad de la Iglesia como lugar de encuentro con Cristo, para la vida de los hombres:
- Favoreciendo siempre, en la medida de lo posible, la comunión y la colaboración de distintas realidades eclesiales, tanto en las parroquias y arciprestazgos como en las Vicarías y en la pastoral diocesana.
- Haciendo siempre explícito, en cualquier tipo de actividad (también en las obras educativas y sociales) que toda la razón de ser de la Iglesia y de sus obras es anunciar a Cristo, y comunicar la vida que Cristo da a los hombres.
- Recordando que ninguna realidad de Iglesia (institución, grupo o comunidad), termina o acaba en sí misma, sino que en la vida propia de la comunión de la Iglesia cada miembro, cada parte del cuerpo, remite a la totalidad del cuerpo, y sobre todo a Aquél de quien la totalidad del cuerpo es expresión, “sacramento”.
 
5º. Impulsar decididamente la creación de los Consejos de Economía y de Pastoral Parroquiales.

6º. Dar los pasos necesarios para la creación del Consejo Diocesano de Pastoral.

7º. Favorecer y promover lo más posible la dimensión comunitaria de las parroquias y otras instituciones de la Iglesia.


D) LAS ORIENTACIONES PASTORALES SON UN RECLAMO A LA LIBERTAD Y LA CREATIVIDAD PERSONALES.

Todos sentimos la urgencia de una comunión mayor, para vivir con más gozo la vida que Jesucristo nos da. Por eso ha sido una petición unánime -fruto también del estudio de la Carta del Santo Padre-, que la comunión apareciese entre las prioridades pastorales que yo habría de señalar a la Diócesis. Todos percibimos igualmente que la importancia de la comunión implica para todos los miembros de la Iglesia una seria llamada a la conversión, a un cambio en el modo de relacionarnos entre los que somos miembros del mismo cuerpo. Un cambio, precisamente, para que este hecho de ser miembros de Cristo sea el factor determinante en nuestras relaciones, y no otros aspectos más parciales.

Entre las iniciativas y acciones en relación con la comunión que se proponen en las Orientaciones, y que se recogen más arriba, algunas he de promoverlas yo como pastor, otras tienen como sujeto los párrocos, u otras instacias y realidades de Iglesia. Pero es fundamental subrayar que el trabajo por la comunión, para que sea verdaderamente fecundo y dé fruto en nuestra Iglesia, nos implica a todos. Todos podemos y debemos desear la comunión, pedirla al Señor, trabajar por ella y ofrecer el sacrificio que implica en nuestros ámbitos de vida y de trabajo. Las Orientaciones Pastorales, es necesario repetirlo, no sustituyen la libertad, ni la creatividad propia de la caridad teologal; al revés, son un reclamo para ambas.

1. Las Orientaciones, al proponer la comunión como una prioridad para el camino común, dibujan un horizonte misionero, y muestran también que la comunión, con Cristo y en Iglesia, es el camino que hace presente en el mundo de un modo significativo la Gracia que es Jesucristo.
2. La comunión es un don, y es también una responsabilidad personal. Las iniciativas concretas en cada ámbito nacen de la responsabilidad personal ante el don de Dios, reconocido y acogido por cada uno. La obra en la que somos llamados a participar sólo puede nacer de la Gracia de Dios y de la Libertad de la persona humana.
3. El objeto último de las Orientaciones Pastorales es despertar en todos los miembros de la Iglesia la conciencia de ser los protagonistas de la nueva evangelización, por su pertenencia al Cuerpo de Cristo y por su docilidad al Espíritu.


E) PROPUESTA DE UNA ACCIÓN DIOCESANA PARA EL AÑO 2002

Sin querer, por tanto, sustituir aquellas iniciativas que cada uno debemos promover en orden a facilitar la comunión en los diversos ámbitos en que nos movemos, ni la responsabilidad que cada uno tenemos ante Dios de cuidar y favorecer la comunión en la vida cotidiana, y para dar un primer paso en orden a lo que se señala en las Orientaciones Pastorales como primera acción en relación con la comunión eclesial, a saber

Favorecer y fomentar el reconocimiento mutuo, el afecto, y la colaboración en la misión, dentro del respeto mutuo, de las distintas vocaciones, estados de vida y carismas en la Iglesia (sacerdocio ministerial, vida consagrada, vocación de los fieles cristianos laicos).

me ha parecido, junto con el Consejo Episcopal, PROPONER en este mismo año una iniciativa diocesana que, sin recargar excesivamente nuestras agendas, nos permitiese a todos caminar en la dirección que señala esta acción. La misma preparación de esta iniciativa es ya una ocasión para crecer en la comunión.

• REALIZACIÓN DE TRES ENCUENTROS DIOCESANOS que tengan como contenido recordar la enseñanza de la Iglesia -sobre todo en el Concilio Vaticano II y en el Magisterio de los últimos Papas­- sobre la naturaleza de la vocación y misión de los distintos estados de vida y carismas dentro de la Iglesia, para favorecer así un mutuo y más justo reconocimiento.


• Objetivos inmediatos:
- Invitar a una actitud de reconocimiento, acogida y aprecio de todos los carismas y vocaciones reconocidos por la Iglesia.
- Necesidad de superar una historia de mutuas “pretensiones y sospechas” que con frecuencia han cristalizado en prejuicios que impiden o dificultan el reconocimiento del valor de las diversas vocaciones dentro de la Iglesia. Nuestro lema sería: Gratuidad en la relación, libertad en la colaboración.
- Deseo de recuperar la experiencia de la Iglesia como comunión, “considerar al otro como uno que me pertenece”, que no es “homologación” ni en la forma de vivir a Jesucristo, ni en la forma de la misión; y la convicción de que una auténtica creatividad misionera sólo puede nacer de la experiencia de la comunión.


• Destinatarios
Los tres encuentros están dirigidos “a todos” (sacerdocio ministerial, institutos de vida consagrada y fieles cristianos laicos), interesando a toda la comunidad diocesana, y a cada estado de vida en particular, precisamente porque el objetivo de los mismos es conocer mejor al “otro distinto de mí”, apreciarlo, y ayudarle a hacer “su” propio camino.


• Contenido de los encuentros

a)    PRIMER ENCUENTRO: Sábado, 18 de Mayo, Vigilia de Pentecostés.
LAICO, ES DECIR, CRISTIANO. La naturaleza de la vocación y la misión de los fieles cristianos laicos en la Iglesia y en el mundo.
Lugar: Casa de los Cursillos de Cristiandad “S. Pablo”.
Horario: desde las 11 de la mañana a las 6 de la tarde. El encuentro finalizará con la celebración de la Vigilia de Pentecostés en la Catedral de Córdoba, a las 7 de la tarde.

b)    SEGUNDO ENCUENTRO: Sábado, 28 de Septiembre.
LA VIDA CONSAGRADA, PROFECÍA DE CRISTO EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN.
Lugar: Casa de los Cursillos de Cristiandad “S. Pablo”.

c)    TERCER ENCUENTRO: Sábado, 30 de Noviembre, Vigilia de Adviento.
EL PRESBÍTERO, AL SERVICIO DE LA UNIDAD EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA.
Lugar: Casa de los Cursillos de Cristiandad “S. Pablo”.
Horario: desde las 11 de la mañana a las 6 de la tarde. El encuentro finalizará con la celebración de la Vigilia de Adviento en la Catedral de Córdoba, a las 7 de la tarde.


• Unos encuentros que continúan... a niveles más reducidos (parroquial, arciprestal o vicarial, según la conveniencia pastoral), de modo que favorezcan una personalización mayor del don de la comunión, y una decisión de abrir cauces nuevos de comunión en nuestros ambientes más inmediatos.

a)    En el presbiterio diocesano: aprovechando los encuentros de sacerdotes para alimentar y expresar la íntima fraternidad creada por el sacramento del orden (Presbyterorum ordinis, n. 8), y cumplir mejor el ministerio de comunión que se les ha encomendado, fieles a Cristo y fieles a la Iglesia (P.O. 14).

b)    Institutos de vida consagrada: considerar en los propios proyectos comunitarios cómo ayudar a que toda la Iglesia pueda reconocer la vida consagrada “como uno de sus elementos irrenunciables y característicos, como expresión de su misma naturaleza” (Vita consecrata, n. 29).

c)    Fieles cristianos laicos: profundizar en la naturaleza de la propia vocación, y en la relación con los diversos miembros de la Iglesia (La participación de los fieles laicos en la vida de la Iglesia-comunión, en Christifideles laici, nn. 18-31).


• Objetivos a medio plazo

Estos encuentros son también un primer paso para fomentar la creación o renovación de espacios que favorezcan la comunión entre los miembros de la Iglesia diocesana, de manera que se den las condiciones de relación necesarias para acometer con fruto las siguientes tareas:
a) Impulsar la creación de los Consejos de Economía y de Pastoral Parroquiales.
b) Dar los pasos necesarios para la creación del Consejo Diocesano de Pastoral.


Que el Señor resucitado y vivo, presente entre nosotros, “camino, verdad y vida”, nos dé abundantemente su Espíritu para que este camino nos ayude a crecer hasta “la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13).

Os bendigo a todos de corazón.

† Javier Martínez
Obispo de Córdoba


ORACIÓN PARA PEDIR EL CRECIMIENTO DE LA COMUNIÓN

Dios, Padre que todo lo puedes,
y que en la obra admirable de la creación y de la redención
nos has llamado a participar de la vida de tu Hijo,
por la comunión de tu Espíritu Santo,
acuérdate de la promesa que Jesucristo nos hizo en tu nombre:
Multiplica entre nosotros, por el don abundante de ese mismo Espíritu de santidad,
la comunión que es signo de Cristo vivo,
y la forma de vida de tus hijos;
y haz de esta porción de tu Iglesia
que es la Diócesis de Córdoba,
un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo,
una familia santa,
que manifieste al mundo el misterio de tu unidad y de tu santidad,
y conduzca a todos los hombres a la plenitud de tu amor.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, Nuestro Señor.

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