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“Que se cumplan los anhelos más profundos de nuestra vida”. Graduación de alumnos de Magisterio de Infantil del Centro "La Inmaculada"

Homilía de Mons. Javier Martínez en la Eucaristía con la que se celebró la Graduación de los alumnos de Magisterio de Infantil del Centro de Magisterio “La Inmaculada”, que se llevó a cabo en el Centro del Arzobispado "Studium Granatense et Sacromontanum"

Fecha: 07/06/2014

Queridísima Iglesia del Señor, pueblo santo de Dios y Esposa de Nuestro Señor Jesucristo, muy queridos sacerdotes concelebrantes, y queridos profesores, queridos hijos e hijas que hoy os graduáis, y familiares y amigos que os acompañan, queridos todos:

Es muy fácil hoy dar gracias por un periodo que termina y un poco, en todos los sentidos también, porque termina y se acaba una fase de la vida; pero también porque siempre que cerramos como una fase de la vida y empezamos otra es un momento importante en nuestra vida, y más cuando esa fase que terminamos tiene un cierto aspecto de preparación, de entrenamiento, por así decir, a nuestra vida adulta, a lo que, si Dios quiere, va a ser vuestra vida durante muchos años. Y se abre después, justamente, ese espacio que es el ejercicio de aquello para lo que os habéis preparado.

Resulta muy fácil dar gracias a Dios en ese momento, y celebrarlo y estar contentos. También mirar hacia el futuro (…) hacia el futuro con esperanza, con la confianza de que aquello para lo que uno se ha preparado pueda realizarse de una manera que realmente cumpla deseos, anhelos, vocaciones, que, sin duda, hay en vuestro corazón.

Y ahí es donde entra Dios en nuestra vida, inevitablemente. Entra en todo, entra en el pasado, porque muchas veces los seres humanos, cuando somos adultos, tenemos necesidad de reconciliarnos con nuestro pasado de alguna manera. ¿Por qué? Porque siempre ha habido meteduras de pata, errores, tropiezos, estupideces, bobadas que uno ha hecho, pero que han hecho daño a uno mismo o a personas a las que uno quiere. Pero también necesitamos a Dios para el futuro, en el sentido de que no sólo se cumplen los deseos que tenemos así, por ejemplo de ejercer una profesión, de que las cosas no salgan bien y nos puedan ir bien, sino que hay algo que es mucho más grande, que en el fondo es lo que todos deseamos más, que tiene mucho más que ver con ser felices o no serlo: que se cumplan los anhelos más profundos de nuestra vida.

Y esos anhelos tienen que ver con la verdad, con que nuestra vida pueda ser verdadera, con que podamos vivir en la verdad sabiendo quiénes somos, para qué estamos aquí, cuál es el significado de nuestra vida. Tiene que ver con la belleza, todos queremos que la vida sea bella -que la vida no sea una cosa fea o sucia, como el suelo que queda después de un concierto de rock, lleno de papeles rotos y de cascos de botellas o cosas así-, sino que la vida pueda ser bonita como esta tarde, de alguna manera, y no me refiero sólo al clima: me refiero al ambiente, me refiero a vosotros mismos.

Y todos tenemos necesidad y anhelamos que la vida sea buena, y eso tiene mucho que ver con el ser queridos y con el poder querer. En definitiva, queremos ser felices, y ser felices tiene que ver con esas tres cosas: con tener algunas certezas. No hacen falta muchas en la vida, pero hacen falta algunas, y esas son muy grandes, muy grandes, porque nuestra vida es misteriosa: saber quién soy, qué hago aquí, qué es el bien y el mal, qué es de verdad la tarea y aquello por lo que merece la pena hacer esfuerzo en la vida.

¿Y qué es lo que realmente satisface y llena el corazón? Repito: la belleza y el bien, y el bien supremo es siempre el amor. No parece así en nuestra sociedad muchas veces, una sociedad en la que nos damos cuenta de que la mentira tiene a veces mucho poder, mucho más que la verdad.  

Y la belleza, no que no la haya (la hay por todas partes, donde hay seres humanos, hay belleza), pero es verdad que con frecuencia es una belleza artificial, fabricada, aparente nada más, de fachada, y no necesariamente una belleza que brota del misterio que es la vida y que resplandece en su verdad y en su bondad, y la necesidad de amor. (…)

+ Mons. Javier Martínez
Arzobispo de Granada

Eucaristía en el Centro de Magisterio La Inmaculada
7 de junio de 2014 

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