Homilía de Mons. Javier Martínez en la Eucaristía de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, y Día del Papa, celebrada en la S.I Catedral.
Fecha: 29/06/2014
Queridísima Iglesia del Señor,
pueblo santo de Dios,
Esposa de nuestro Señor Jesucristo,
muy queridos sacerdotes concelebrantes,
amigos todos:
Celebramos
hoy una Solemnidad que este año ha caído en domingo, preciosa, que es la
Solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo. Y a mí me gustaría recordar
algunos aspectos del porqué de esta celebración, que puedan ayudarnos a
nosotros también no sólo a vivir mejor esta Eucaristía -que también-, sino, sobre
todo, a vivir nuestra vida, nuestra vida cristiana, todos los días, a todas
horas.
El primer
aspecto es justamente que el cristianismo no consiste en la adhesión a unas
ideas o a unos principios morales o a una manera de pensar. No es una ideología.
Ni siquiera a unas formas determinadas de vida. Cuando uno piensa en la
Iglesia, hay tantas formas de vida… todas bellas, todas preciosas, tan
distintas. Voy a poner dos ejemplos sólo en la vida consagrada: desde una
congregación de monjas de clausura, que sólo tienen una hora de recreo, de
conversación a la semana, porque el resto de la semana lo viven siempre en
silencio y jamás se acuestan (salvo las que están muy enfermas y ya mayores,
jamás se acuestan en una cama, sino que duermen en el suelo y su almohada es un
tronco), hasta otra congregación religiosa donde yo conocía a una hermana,
porque además era su vocación, acompañar y compartir la vida del mundo de los
feriantes, que trabajaba como religiosa, con su hábito, en un bar de un circo, de
un circo ambulante. Estoy pensando en una de las hermanitas del Padre Foucauld.
Entre
medias, entre esos dos extremos, poned todas las formas de vida que queráis. (…)
Nos define como cristianos el adherirnos a una historia y una historia que tiene
nombres concretos. A mí me encantan esos pasajes de los Hechos de los Apóstoles
que leemos durante el tiempo de Pascua y que parecen no decirnos nada mas que a
Pablo se le había quedado un manto y unos libros en Tróade y que pide por ellos para que se los manden porque los necesita (…)
¿Y eso qué me dice? Me dice que es mi historia, me dice que mi esperanza en la
vida eterna, mi esperanza en Cristo está vinculada a una historia que pasa por
unos nombres concretos. En el entorno más inmediato, para mí esos nombres
concretos pueden ser el nombre de mi madre, o pueden ser el de la persona que
por primera vez me acercó a la realidad del Misterio de Cristo y de su Iglesia.
Pero hay
algunas figuras que son insustituibles porque son para toda la Iglesia punto de
referencia. Y esos son los Doce, el Colegio Apostólico, cuya cabeza es Pedro, y
aquel que se unió tardíamente a los Doce, que fue unido tardíamente a los Doce
como el apóstol Pablo. Y la Iglesia los venera juntos, a Pedro y a Pablo. (…)
representante de los Doce y cabeza del Colegio Apostólico y el único de los
apóstoles cuya sucesión es esencial para la vida de la Iglesia y se ha
transmitido de generación en generación hasta el Papa Francisco. Y nosotros celebramos
la figura de Pedro de un modo especial a como celebramos la de los demás
apóstoles porque Pedro es aquel sobre el que está edificada la unidad y la
caridad de la Iglesia, la unidad de la fe y la unidad del amor cristiano, y no
por sus cualidades, sino por la misión que le había sido encomendada.
Nuestro ser
cristianos pasa por Pedro, siempre. En todas las Eucaristías se menciona a
Pedro y al obispo del lugar, porque sin la sucesión apostólica no habría Eucaristía,
o no tendríamos la garantía de que la Eucaristía que estamos celebrando es poco
más que una fiesta nuestra, que una celebración nuestra, donde no tendríamos la
certeza de que el Señor se hace presente, porque el Señor ha vinculado esa
presencia al ministerio apostólico, cuya cabeza es Pedro. (…)
+ Mons. Javier Martínez
Arzobispo de
Granada
Solemnidad
de San Pedro y San Pablo
29 de junio de 2014
Santa Iglesia Catedral de Granada