Entrevista el 20 de noviembre a nuestro Arzobispo por la Agencia SIC de la Conferencia Episcopal Española.
Fecha: 20/11/2014
Monseñor Javier Martínez está viviendo
ahora mismo uno de los momentos más dolorosos de su vida como Arzobispo de la Diócesis de Granada. Durante estos días, ha saltado a la esfera pública el caso de
supuestos abusos a una víctima por parte de sacerdotes
de dicha diócesis. El Arzobispo se muestra profundamente dolorido y nos
concede una entrevista a Agencia SIC en la que detalla
aspectos sobre su actuación ante este hecho y el contacto que mantiene con la
víctima actualmente, entre otras cuestiones.
P. Ante el caso
de abusos que supuestamente ha acontecido en su diócesis ¿cómo vive
personalmente estos hechos?
R. Con un dolor
inmenso (llora). Si los hechos son verdad es una herida tremenda en el cuerpo
de la Iglesia. Ese cuerpo es mi cuerpo, porque somos una sola cosa, mi diócesis
y yo somos una familia. Yo quiero a esa Iglesia con toda mi alma, es mi
familia, es El Señor; lo más grande que tengo y lo único que me importa.
“Esta confusión hiere al pueblo
cristiano, hiere al mundo. Es una herida muy grande para todos”
Una herida de esta naturaleza, si ha sucedido, es dolorosísima, y si no ha sucedido, es igual de dolorosa porque el pueblo ahora mismo está desconcertado con sus sacerdotes, con su pastor… y la mayoría de sacerdotes están entregados a su pueblo, siguen al Señor con una devoción admirable. Y de repente toda esta confusión hiere al pueblo cristiano, hiere al mundo. Un sacerdote, para los cristianos, incluso para los no creyentes, es, por definición, alguien en quien las personas depositan su confianza. Es una herida muy grande para todos.
P. Se le acusa de no
haber actuado según el protocolo establecido o de haber actuado tarde. ¿Actuó
en todo momento según este protocolo establecido por la Santa Sede para estos
casos? ¿Cuáles van a ser los próximos pasos según marca este protocolo?
R. Actué
con el protocolo establecido con tanta celeridad que al día siguiente de
entrevistarme con la víctima saqué mi billete para Roma. Si la Congregación
encargada de estos casos me hubiera querido escribir, habrían tardado 15 días
más en llegarme las cartas y yo me traje las cartas en mano para, precisamente,
acelerar este paso, y tener las instrucciones de cómo actuar. Si luego la
investigación previa se retrasó 15 días, fue por dificultades de la propia
víctima.
Tan pronto como yo
tuve conocimiento de que la investigación previa hacía pensar que la denuncia
era verosímil, que es en la situación en la que se está ahora mismo, porque no
ha habido ningún juicio formal de ninguna clase, yo puse las medidas cautelares
a las tres personas acusadas directamente de los hechos, que es lo que estaba
en mi mano hacer. Hasta tal punto que, dos días después de haberlas puesto,
recibí una carta de la presunta víctima pidiéndome que no les aplicara las
medidas ni hiciera nada para no interferir con las investigaciones en el ámbito
civil que se pudieran estar llevando a cabo. Las medidas ya estaban puestas
exactamente dos días antes.
Posteriormente yo
recibí un auto del juez de instrucción, una providencia en la que parte del
auto declara el secreto de sumario, que por lo visto no tiene mucha eficacia
real, como estamos viendo. Era una providencia especial en la que se me pide
que no haga más, para que no se genere distorsiones en la actuación y en las
investigaciones que se están llevando a cabo. Inmediatamente yo comunico el
auto a la Santa Sede, porque una vez terminada la fase de investigación
traslado toda la documentación a la Santa Sede y es ella quien tiene que
decidir cuál es procedimiento y cuál es el modo de actuar. Tengo la conciencia
tranquila de haber seguido escrupulosamente y con toda la rapidez posible el
procedimiento previsto por la Iglesia.
Este procedimiento en
la Iglesia es más exigente y más duro que en la Ley Civil. Por ejemplo, la
prescripción de los hechos de abusos a menores en la Ley Civil es de 10 años,
los hechos considerados abusos son muchos menos que en la Ley Canónica, la
prescripción es de 20 años, con la licencia de la Santa Sede de quitar esta
prescripción. Es decir, si los hechos son graves, porque la Santa Sede juzga la
naturaleza moral de los hechos, da lo mismo los años que hayan pasado, la Santa
Sede actúa.
“He mantenido correspondencia con la víctima hasta dos días antes de venir a la Asamblea Plenaria”
P. ¿Está en contacto con
la víctima?
R. La víctima no está
en Granada, pero yo he mantenido correspondencia con ella por diversos motivos
hasta dos días antes de asistir a la Asamblea Plenaria de la Conferencia
Episcopal.
P. ¿Como
Arzobispo de Granada tiene previsto dirigirse a sus fieles para aclarar los
hechos?
R. Mi vida es pública,
ha sido pública todo el tiempo y lo va a seguir siendo. No voy a cambiar mis
modos de proceder, seguiré visitando las parroquias, encontrándome con los
sacerdotes, participando en la vida de la diócesis, predicando en las Iglesias
a las que voy. Por supuesto, esto, ahora mismo, necesita una atención
especial y será tema de reflexión.
Pero la llamada para
quienes tenemos Fe, que es a los primeros a los que yo me dirijo, es una
llamada a la conversión por parte de los sacerdotes a vivir nuestro sacerdocio,
con toda la seriedad con la que el Señor nos conceda vivirlo, con mucha más
entrega, y con nuestra misión al servicio de los hombres, en especial en el
cuidado de los más frágiles, de los más pequeños, que nos son confiados por sus
padres. Y a los fieles una llamada a la Santidad. Para que demos un testimonio
más transparente de que la vida que el Señor nos da es preciosa y es cuando nos
partamos de ella cuando nos hacemos daño a nosotros mismos y al mundo.
“La Iglesia ofrece, como yo he ofrecido a este chico, mi paternidad mi compañía y mi ayuda, y constantemente se lo he repetido”
P. Ante estos casos,
¿qué consuelo transmite la Iglesia?
R. Yo llevo toda mi
vida trabajando con jóvenes y desde hace muchos años llevo atendiendo a
personas que han sido víctimas de abusos, aunque es la primera vez que afronto
un caso de presuntos abusos por parte de sacerdotes. Me ha tocado acompañar a
estas personas, e incluso a algunas las llevo acompañando muchos años. Son
heridas muy grandes, pero hay alivio en la búsqueda de Dios, en la certeza de
que la misericordia de Dios es infinita, en la posibilidad en una vida nueva.
Conozco a personas que gracias a su exquisitez a la hora de ayudar a personas
necesitadas, las victimas se han recuperado, y son para mi ejemplo y
testimonio.
La Iglesia ofrece,
como yo le he ofrecido a este chico, mi paternidad, mi compañía y mi ayuda, y
constantemente se lo he repetido.
Lourdes Artola – Agencia SIC